Entre tanta bicicleta
«“¿Debe ser muy cansado ese ejercicio?” Nos dijeron. No señoras, nada absolutamente, se suben y bajan las cuestas con una facilidad extraordinaria. “¿Y no es fácil caerse?” De ninguna manera, pues aunque uno se empeñara en ello cuasi sería imposible. “Sin embargo están ustedes sudando”, nos replicaron con malévola sonrisa —“Es la misma emoción de haberlas conocido”.»
Santiago Rusiñol, «De Vich a Barcelona en bicicleta» (1889)
Una de las primeras bicicletas que circulan por Barcelona en los años ochenta del siglo XIX es la del joven pintor Ramón Casas. Ese entusiasmo, probablemente nacido durante sus primeras estancias parisinas, será sustituido años más tarde por una enfervorecida afición por los automóviles. Pero en ese breve lapso, que coincide con su época de mayor calidad artística, la producción de Casas dará cuenta de su arrebato ciclista. Testimonio de aquella pasión por la bicicleta es, por ejemplo, la narración de Rusiñol –con dibujos de Casas– de la accidentada excursión que ambos realizaron entre Vic y Barcelona en 1889 [http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1889/09/22/pagina-4/34654886/pdf.html]. Así como el retrato que el propio Rusiñol le dedica como ‘velocipedista’, en el que un Ramón Casas, meditabundo, se apea de su bici para estirar las piernas y fumarse un pitillo…
Quizá la obra más conocida de Casas sobre este asunto sea Tándem, de gran formato y pintada para decorar Els Quatre Gats, la cervecería dirigida por su amigo Pere Romeu, quien en el cuadro pedalea en la parte trasera del vehículo mientras dirige una inquietante mirada al espectador y le dedica una sardónica sonrisa, una mueca alejada del esfuerzo, pues es el bueno de Casas, de nuevo con su inseparable «caliqueño» en la boca, el que tira del carro. La obra fue reproducida en la revista Pèl & Ploma, dirigida por Casas, como representación estética del fin de siècle; y más tarde, y con los mismos protagonistas, otra imagen, más moderna, se convertirá en icono de los primeros años del siglo XX, esta vez Casas y Romeu en automóvil, la máquina que dominará esa centuria.
La bicicleta, uno de los inventos más democráticos de la historia, es en el siglo XIX una versión práctica del caballo que alcanza una inusitada popularidad en el momento de cambio de siglo. Unos años antes, en 1867, Michaux presenta su velocípedo en laExposición Universal de París, y el artilugio despierta gran interés, de modo que comienza a fabricarse industrialmente desde entonces. Y ese artefacto, digno de funambulistas de circo, es adoptado gradualmente por la alta sociedad parisina como signo de distinción. La máquina, pesada y de difícil manejo, pasa de ser objeto de burlas de peatones y de la reticencia de los sectores más conservadores a convertirse en una moda, en un objeto chic de la Belle Époque y en un motivo artístico de primer orden.
En unos pocos años el velocípedo se transforma en la moderna bicicleta, gracias, sobre todo, a James y John Starley, dos ingenieros británicos. John Starley diseña la revolucionaria bicicleta ‘de seguridad’ Rover, en la que el ciclista se sitúa a la distancia adecuada del suelo, con el sillín y con el manillar en la posición correcta para ejercer mayor fuerza sobre los pedales. Una máquina más ligera que supone el cambio definitivo en la historia de la bicicleta, su transformación en un eficaz medio de transporte. Rápidamente imitada, esa bicicleta ‘de seguridad’ atesta los caminos de Norteamérica y Europa Occidental en la última década del siglo XIX, calzada con los neumáticos hinchables de caucho inventados por el escocés John Boyd Dunlop. Lo cual proporciona a los ciclistas, ya no velocipedistas, paseos más cómodos y agradables, a mayor velocidad y de forma más segura.
Asociada a los valores de la Revolución Industrial –máquina, velocidad, individualismo, supremacía de la racionalidad y la técnica–, la bicicleta es uno de los grandes inventos modernos del siglo XIX. La bicicleta moderna es una consecuencia de la industrialización –producción en serie en fábricas y compradores con dinero y tiempo deseosos de probar las últimas novedades del mercado– y del perfeccionamiento tecnológico –cuadro trapezoidal, ruedas de igual tamaño y tracción trasera mediante cadena–. Y ese espíritu moderno contagia la voz que designa al artefacto, pasando del ‘velocípedo’ –veloz con los pies, ya que en origen no existían los pedales– a la ‘bicicleta’ –cultismo híbrido del latín y el griego, bi (dos), kyklos (ruedas)–.
Pero, sobre todo, la bicicleta en ese periodo es un símbolo de alto estatus, que incluso en la cultura derivada de la práctica ciclista adopta los códigos de la equitación. Su uso queda restringido a ciertos grupos adinerados, como al que pertenece Ramón Casas. Y cuando se origina el boom mundial de la bicicleta a finales del siglo XIX, España vive su particular fervor velocipedista, con la organización de exclusivas sociedades, excursiones o la edición de revistas especializadas, en un panorama deportivo de debilidad generalizada, acorde con el subdesarrollo en la modernización del país.
Los primeros deportes practicados en España por las clases sociales más acomodadas tienen una estrecha relación con los que están de moda en el resto de Europa en aquellos años: tenis, fútbol, rugby, esgrima, equitación, vela, ciclismo… deportes todos que los ricos comienzan practicando por diversión y que paulatinamente serán asimilados por el resto de clases sociales, sobre todo el ciclismo [http://www.oldbike.eu/museum/1900s/fashion-costumes/1890s-bicycles/]
La difusión de la bicicleta es a partir de entonces relativamente frecuente en el arte, y las esculturas de Picasso o Duchamp, o las pinturas de Béraud, Hélion, Léger, Boccioni y Sironi, son testigo de ello. Pero esas referencias, aunque notables, no son tan numerosas como en otras disciplinas, pongamos por caso la literatura. Vehículo de novelistas y poetas, la bicicleta es una máquina eminentemente literaria. Así, las bicicletas figuran en las creaciones de algunos de los más grandes literatos, como Jarry, Zola, Tolstoi, Twain, Conan Doyle, Somerset Maugham, Céline, Proust, Miller, Huxley, Hemingway, Scott Fitzgerald, Beckett, Saroyan, Nabokov, H.G. Wells, Simone de Beauvoir, Cortázar, Onetti, Neruda, Quiroga… y un larguísimo etcétera que llega hasta nuestros días. [http://scholarship.rollins.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1021&context=mls]
Por último, hay un aspecto ‘social’ de la bicicleta de ese momento fin de siècle al que me gustaría referirme para concluir este texto. Ya que es entonces cuando las primeras mujeres se suben a la bicicleta –y a usar pantalones–. Mientras se desarrolla la locura velocipedista internacional a finales del XIX se están dando los primeros pasos hacia la liberación femenina –con el movimiento sufragista en marcha, por ejemplo–, y en ese ambiente encuentra un lugar de expansión el feminismo, y una herramienta en la bicicleta. A pesar de las restricciones de carácter moral a las que son sometidas las mujeres, por un machismo puritano que condena el atuendo de las ciclistas por indecoroso e incluso el simple hecho de que la mujer realice ejercicio físico, y a pesar del uso de vergonzantes argucias [http://es.wikipedia.org/wiki/Cara_de_bicicleta], son muchas las mujeres que se animan a pedalear. Y sirva como colofón esta galería de carteles internacionales de la época en las que ellas ocupan con merecimiento un lugar principal entre tanta bicicleta.
Hoy parace que la bicicleta me persigue, porque encontré la imagen que os voy a colgar, para realizar un trabajo sobre le evolución de este medio de transporte y a continuación voy al Thissen de Málaga y me encuentro con este post.
Pero además ayer vi una bicicleta en Málaga con dos ruedas detrás y un supercesto detrás y pensaba...esa si me vendría bien a mi, que voy cargada siempre !!!!
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Fuente de este último texto :http://www.mundocaracol.com/bicicletos/historia.asp
LA HISTORIA DE LA BICICLETA
Lo único que está claro es que la bicicleta es un invento europeo. Dependiendo de lo que consideremos una bicicleta existen unas fechas u otras, siendo la primera bicicleta a pedales patentada como tal y a partir de la cual ha evolucionado la industria en el siglo XX la del británico John Kemp Starley en 1885, si bien es cierto que se basó en los modelos europeos construidos a lo largo de todo el siglo XIX.
Existe la creencia de que Leonardo Da Vinci creó el primer boceto en papel de una bicicleta (que incluía hasta la cadena de transmisión!) a finales del siglo XV, pero el investigador alemán Hans-Erhard Lessing demostró en 1997 que el diseño se introdujo en los documentos de Leonardo a partir de 1961. También a finales del siglo XVIII, un francés, el conde de Sivrac habría inventado el celerífero, un primitivo cuadro sobre dos ruedas con una cabeza de animal, pero autores como Max Rauck, Gerd Volke y Felix Paturi han desmentido esta fecha atribuyéndola a antiguas rivalidades nacionalistas entre franceses y alemanes.
En 1816, Karl Dreis, inventor y aristócrata alemán creó lo que sería el primer vehículo dirigible con dos ruedas en linea. No tenía ni pedales, ni cadenas, ni frenos, sino que avanzaba y frenaba con los pies, pero sí tenía las ruedas, el sillín, el manillar, el cuadro y un sistema de dirección bastante más aparatoso que el que hoy conocemos. Dreis pensaba que su “máquina de correr” o laufmaschine, como la bautizó revolucionaría el transporte de su época, pero no pasó de ser una máquina recreativa muy poco utilizada, aunque sirvió como prototipo para otros posteriores.
En 1839 el herrero escocés Kirkpatrick Macmillan añadió pedales con barras a un prototipo. Estas innovaciones permitieron al ciclista impulsar la máquina con los pies sin tocar el suelo. El mecanismo de impulsión consistía en pedales cortos fijados a la rueda trasera y conectados por barras a unos pedales situados delante del ciclista. Era impulsada por el empuje de los pies hacia abajo y hacia adelante. La utilizó para realizar viajes dentro de su Escocia natal, pero no llegó a patentar ni vender su invento, por lo que ante la falta de evidencias documentales de esas fechassiempre ha habido escepticismo al rededor de la fecha concreta de creación.
En 1845 el escocés Robert William Thomson sustituyó las ruedas hechas completamente de madera por unos neumáticos inchables que combinaban cuero y goma, y cuyos remaches le daban tracción al conjunto, aunque su invento cayó en desuso y solo se usó durante algunos años en carruajes.
En 1861, Ernest Michaux decidió dotar de unos pedales a la rueda delantera de una vieja draisiana, por lo que el nuevo invento requería de más equilibrio. Se reconoce a Michaux como el precursor directo de la bicicleta aunque se deben citar nombres como Philip Moritx o Galloux que construyeron bicicletas a pedales para uso particular. El invento de Michaux, la “Michaulina” se empezó a producir en serie atrayendo la atención de las clases populares y este modelo se hizo muy popular en Francia. El cuadro y las ruedas se fabricaban en madera, y estas última llevaban una banda de hierro que era la que tocaba el suelo. Los pedales estaban colocados en la delantera, que era un poco más alta que la rueda de atrás.
En 1869, en Gran Bretaña se introdujeron los neumáticos de goma maciza montados en el acero.
En 1873 James Starley, un inventor inglés, produjo la primera máquina con casi todas las características de la famosa bicicleta de rueda alta. La rueda delantera de la máquina de Starley era tres veces más grande que la de atrás. Su uso se hizo muy popular durante la década de las 70 y los 80, tanto que en enero de 1887, el norteamericano Thomas Stevens realiza el primer viaje en bicicleta alrededor del mundo. Partió de San Francisco y regresó a la misma ciudad después de pedalear durante más de tres años.
En 1885, John Kemp Starley crea la “bicicleta de seguridad” o Safety Bicycle, muy parecida a una bicicleta urbana actual. Tenía frenos y la postura era mucho más cercana al suelo, de ahí su nombre. Se añadieron poco después, en 1888, los neumáticos con cámara de airedesarrollados por el irlandés John Boyd Dunlop, cuyo tubo interior se rellena de aire amortiguando parte del golpeteo contra los caminos. Las ruedas eran casi del mismo tamaño y los pedales, unidos a una rueda dentada a través de engranajes y una cadena de transmisión, movían la rueda de atrás. La bicicleta de seguridad se extendió rápidamente por todo el mundo industrializado y su precio gracias a la fabricación en serie se fue abaratando cada vez más.
En Francia, los hermanos Michelín crearon un neumático desmontable y en Italia, Giovanni Battista Pirelli hizo lo propio. Con el neumático y unas cuantas cámaras de recambio se podía ir a todas partes. Las bicicletas de entonces pesaban entre 18 y 20 kilos.
El 31 de mayo de 1889 nació oficialmente el ciclismo de competición. Los hermanos Olivier , asociados de la fábrica de Michaux, organizaron una carrera en el parque de Saint Cloud de París con 1200 metros de recorrido en la que tomaron parte unos pocos ciclistas. A partir de entonces comenzó la fiebre del ciclismo. En el aspecto técnico se investigaba a marchas forzadas para encontrar nuevas soluciones. La velocidad se convirtió en una obsesión en detrimento del peso, el equilibrio o la seguridad. Los fabricantes tendieron a homogeneizar sus máquinas y las descomunales ruedas delanteras se redujeron a un diámetro de 80 centímetros. Estos inventos, junto con el uso de tubos de acero soldados y los asientos de muelles, llevaron a la bicicleta a la cumbre de su desarrollo.
A principios del siglo XX nacerían las primeras competiciones nacionales de gran nivel, como el Tour de Francia, o el Giro de Italia pero todos los avances surgidos desde el siglo XIX contribuyeron a crear la bici tal y como la conocemos hoy.
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