GARDNER Y YO

1. El ser humano no es un loro de repetición, una máquina, un título universitario, un producto final.

   
   

   El ser humano es aquello que se movía en mi barriga, que tuve entre mis brazos por ver primera, que amamanté.

   
   

   Y para mi, como persona, es una pena enorme que el ser humano utilice en conocimiento contra el propio ser humano.

   
   

   Sabemos, como civilización, más de lo que nunca hemos sabido.

   
   

   Somos un sumatorio sin lugar a dudas. Estoy segura de ello.

   
   

   Pero aquella frase de Einstein sobre la locura : " hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes" , parece ser que sigue siendo la importante.

   
   

   Por eso no podemos tener ninguna duda cuando exclamamos: ¡ Estamos locos !

   
   

   Es totalmente, cierto, atendiendo a Einstein, la conclusión no admite dudas . ESTAMOS LOCOS.

   
   

   No nos atrevemos a usar la inteligencia, esa inteligencia que ayude a su nuestra propia especie, al propio hábitat de la misma.

   
   

   Parece increíble, incluso impensable. Pero es cierto.

   
   

   Pensamos, yo misma pienso, que la educación es lo único que puede cambiar esto.

   
   

   Pero claro, podemos pensar que la educación coincide con Conocimiento. Porque vivimos en un siglo XXI con más conocimiento que en los 20 anteriores y curiosamente seguimos cumpliendo la máxima de locura de Einstein. 

   
   

   De hecho muchas veces, en materia de educación,  pienso en la frase que me persigue siempre y que se la oí a  Mario Alonso Puig, aquella de los niños no son cubos para llenar sino fuegos que avivar. Y se me transforma el conocimiento en algo puramente físico. Si ocupo espacio en el cubo con el conocimiento ( llenando) , ya no dejo lugar para el Aprendizaje ( avivando).

   
   

   Me vuelvo a la infancia de mi María, la infancia que estoy viviendo ahora apegada a Alma, que tiene un año , la  de los niños y niñas que rodean mi vida y que son muchos, con un espacio interior  enorme, con un espacio sin conclusiones, siempre en proceso, digno de ser avivado.

   
   

   Nacemos con una potencialidad, el ser humano nace con una potencialidad. Es un ser en desarrollo. Lo vemos de manera palpable si nos movemos en ambiente de niñ@s.

   
   

   La educación puede ser como un inmenso puente entre esa potencialidad y el producto, lo real.

   La educación debe servir para hacer crecer aquello que existe como semilla.

   
   

   La educación no debería ser una preparación para un producto final, un buen trabajo, o un buen sueldo. No debería dar respuesta a ¿ qué quieres ser de mayor ? No es solamente el crecimiento para obtener el fruto y llevarlo al mercado.

   
   

   La educación debería pasar al igual que la agricultura , por una reforma ecológica. Dónde de verdad importa y tiene valor el proceso. Dando valor a ese proceso, el producto final es de una calidad excepcional.

   
   

   Toda esta reflexión surge porque hoy veré a Gardner en la tele. Siempre he sido defensora y he llevado a la práctica la teoría de las inteligencia múltiples. Creo que es una teoría que va más allá de mundo de la escuela. Lo transciende. Creo que es aplicable en el seno de la familia como fórmula educativa, porque contempla al ser humano en su totalidad. 

   
   

   Su teoría trasciende lo que se ha entendido siempre como inteligencia y por ende como conocimiento y nos lleva a preocuparnos por dos inteligencias que me fascinan,  la inteligencia intrapersonal e interpersonal. Posiciona al ser humano consigo mismo y con el mundo.

   
   

   Y creo firmemente que ahi está la respuesta. La vida no debe ser una lucha por la supervivencia. Aquella leyenda que vio Punset en los años 60 de " hay vida antes de la muerte ", debería ser la máxima que nos invitara a vivir en la celebración de la vida, del proceso y no en la competitividad de quien llegará al final.

   
   

   En esa inteligencia intrapersonal e interpersonal de Gardner entra la armonía con nuestro entorno, la empatía, la resolución de conflictos, la relación con nosotros mismos, la autoestima. Las inteligencias intrapersonal e interpersonal nos permiten percatarnos de aquello que nos rodea, que son otros seres humanos, únicos e irrepetibles como nosotros mismos. Eso es lo más grande que nos ha sido concedido como especie. Es en lo que realmente todos los seres humanos somos iguales, en nuestra diferencia.

   
   

   Por eso creo firmemente que solamente educando seres humanos emocionalmente inteligentes estaremos haciendo algo contra la locura. Algo que de verdad permita poner el resto de las inteligencias de las que habla   

   brillantemente Gardner al servicio de la humanidad.

   
   

   Tengo una hija con altas capacidades y todo, absolutamente todo, carece de sentido, si ella no es capaz de manejar con acierto la relación con ella misma y con el mundo. Es su única salvaguarda de pensamiento independiente, la única que le va a permitir aislar distinguir la basura en cualquier sitio donde se encuentre apilada. Su relación con ella misma y con el mundo, su inteligencia emocional, es la única salvaguarda que tiene para elegir al servicio de quien quiere poner su inteligencia y para qué quiere usar su inteligencia.

   
   

   El conocimiento en los siglos pasados ha crecido tan despacio que ha sido fácil entregarlo y conservarlo. Hay que pensar que el conocimiento ha sido el mismo durante siglos, su movimiento era lento. Pero ¿ cómo actuamos ante la sociedad del conocimiento ?  Es una gran pregunta, que merece una gran respuesta.  Muchos cambios a una velocidad de vértigo.

   
   

   Educar desde casa, desde la escuela, en la perspectiva de las Inteligencia Múltiples es considerar al ser humano en su totalidad y en su unicidad. 

   
   

   A veces creo que Gardner inventó mi adorada crianza con apego. Porque todo empieza en ese principio emocional que va evolucionando y creciendo y haciéndose grande. En esa inteligencia interpersonal que preside las relaciones padres e hij@s y en esa intrapersonal que se traslada por cada uno de los poros de tu piel y también de tus palabras. En esa intrapersonal que te hace posicionarte en qué tipo de madre o de padre quieres ser.

   
   

   Por eso creo en Gardner como planteamiento para los niños y las niñas y para los niños y las niñas de altas capacidades y para los padres de los niños y las niñas y para los padres de los niños y las niñas de altas capacidades y para los profesores y profesoras del siglo XXI.

   
   

   Pero, creo en su teoría desde mi propia experiencia, aquella que desde que María nació llevo aplicando. El propio Gardner dio opción y beneplácito a interpretaciones y aplicaciones. Yo he hecho la mía, con su permiso.

   
   

   Convencida de que la diferencia del milenio la marcará el mundo emocional.